EL MIEDO Y LA AMÍGDALA
La palabra miedo viene del latín metus, que significa alteración del ánimo que produce angustia.
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), miedo es "angustia por un riesgo o daño real o imaginario" o "recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea". El miedo se origina en el sistema límbico, que se encuentra justo debajo de la corteza cerebral. Procede de una pequeña parte del cerebro (en forma de almendra) llamada amígdala, que es donde se producen las sensaciones de alerta y peligro, que son las encargadas de activar en el ser humano la sensación de miedo.
Según el neurobiólogo David J. Anderson del Instituto Tecnológico de California (CalTech) y el profesor Adreas Lüthi de Fiedrich Miescher Institute (FMI), el proceso es muy interesante. La amígdala es como el botón de una alarma. Cuando nos vemos expuestos a un peligro, este órgano se activa y envía señales al resto del cuerpo. En la amígdala existen dos tipos de células neuronales que se turnan para activar o desactivar las sensaciones de miedo. La amígdala es la encargada de buscar en el entorno del ser humano aquellas posibles fuentes de peligro. La amígdala es una de las partes más antiguas del ser humano.
Hay constancia de que nuestros antepasados, hace más de doscientos millones de años, ya la poseían en su cerebro y tenía un único fin, la supervivencia.
Todos los mamíferos la conservan y es fundamental para su vida y su desarrollo.
También podemos hablar de la sensación de miedo real y miedo ficticio. Preguntándonos : ¿Por qué hay personas a las que les gusta pasar miedo e incluso disfrutan? Les gusta ver películas de terror y ¿Por qué parece que estas personas no tienen miedo?
La explicación sería: mientras en una situación de miedo real, es la amígdala la que se activa, en el caso de un individuo disfrutando de una película de terror, las áreas del cerebro que entran en funcionamiento son otras: el córtex visual, el córtex insular, donde reside la conciencia, y el córtex prefrontal, el encargado de la resolución de problemas y la atención. Es decir, el órgano sabe distinguir entre miedo real y miedo ficticio. El ser humano nace con solo dos miedos innatos, el resto son adquiridos por propia experiencia o por la experiencia de otros.
El miedo como hemos comentado antes está ligado a la supervivencia y podemos constatar que hay personas que por sufrir una enfermedad llamada Urbach-Wiethe, enfermedad rara, que consiste en que el problema genético que sufren estos pacientes deriva en la destrucción de su amígdala, provocando la carencia de miedo. Se trata de una mutación en la raíz del cromosoma 1 que afecta a la proteína de los espacios extracelulares que protegen todos los órganos de nuestro cuerpo. Esto se traduce en mala cicatrización y en la destrucción de algunos órganos. Estos pacientes al perder su amígdala, lo que inutilizó su capacidad para sentir miedo.
Desde entonces esta paciente no solo no tiene miedo a nada, sino que aumentó su capacidad para sentir curiosidad por cosas que al resto de los mortales nos provocaría un miedo atroz.
Investigadores de la Universidad de Iowa, la sometieron a diferentes pruebas, tocar animales venenosos como serpientes, la amenazaron con cuchillos, le enseñaron películas de terror, et., y nunca sintió miedo, al revés, sintió mucha curiosidad por todo lo que le mostraban.
A pesar de que identificamos el miedo como algo malo, en realidad no lo es, puesto que sentirlo es equivalente a tener instinto de supervivencia.
El miedo será nuestro acompañante siempre a lo largo de nuestras vidas. Todos sabemos que hemos sentido miedo más de una vez en nuestras vidas y sentirlo no es de cobardes , ya que el miedo es libre, está ahí y no creo que desaparezca nunca. Solo debemos aprender a afrontarlo y combatirlo con la máxima serenidad y máximo control, tratando de gestionar bien la situación que nos produce ese miedo.
Muchas veces se confunde con inseguridad, puesto que la situación no sabemos como afrontarla y aquí intervienen otros estados de ánimo del individuo como la resiliencia, que ya la hemos tratado antes en el blog.
El miedo también lo tenemos reflejado en la pintura, como por ejemplo: "El Grito" clara expresión del miedo del pintor Edvard Munch, Galería Nacional de Noruega.
El Grito Edvard Munch
Nuestro célebre pintor español Francisco de Goya, pintó en 1829 "Saturno devorando a su hijo"
Saturno devorando a su hijo Francisco de Goya
La música también nos trae miedo de verdad, un tétrico poema dedicado a los murciélagos de la noche que mataron al sol, sirve a Arnold Schoenberg para componer esta pieza que da miedo de verdad.
Mr. Carter
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