Curiosamente la palabra desidia y deseo, vienen del mismo verbo latino "desidere". La desidia es querer abandonar lo que se tiene y el deseo es añorar lo que se perdió. "Uno nunca sabe lo quiere, hasta que lo pierde". Ejemplos: Hoy decidí hacer nada. Tengo desidia. No deseo hacer nada.
Son la falta de ganas, de interés o de cuidado al hacer una cosa, según el Diccionario de la Lengua Española RAE.
La desidia hace referencia a la negligencia o la inercia, se la asocia a la falta de cuidado y a la apatía y abandono. Se puede asociar a los conceptos de desgana, desinterés, pasividad, dejadez, holgazanería o vagancia. Ejemplo: "Por la desidia del gobierno volvieron otra vez los contagios del virus".
La desidia la podemos encontrar en todo lo relacionado con el orden, el abandono. Por ejemplo en el hogar, cuando hay un problema de desorden acumulado en la habitación de un hijo, podemos recriminarle que no hace ordena las cosas de su habitación por desidia. lo mismo le podemos decir cuando observamos una falta de higiene y abandono Ejemplo: "Juan no se peina ni afeita hace tiempo por desidia".
También la podemos encontrar vinculada al abandono, la desatención y el cumplimiento de una obligación. Ejemplo: La carretera lleva en mal estado tres años y se producen multitud de accidentes por la sensación de abandono y desidia del gobierno.
La desidia, por lo tanto está muy vinculada a la falta de cuidado, aplicación y apatía. En el ejemplo anterior se ha visto la falta por el cumplimiento de una obligación por desatención muy vinculado al abandono.
A la desidia también se la considera una enfermedad cada vez más común. El concepto se suele utilizar en el ámbito de la salud mental para referirse a un cuadro patológico relacionado con la depresión. Las personas con desidia sufren de apatía constante frente a lo que les rodea y son persuadidas por un circulo vicioso en que cuanto menos hacen, menos les apetece hacer.
La desidia es abandonar una oportunidad, un abandono que acaba denotando pereza.
Este tipo de mecanismos suele bloquearlos completamente, hasta el punto que desee, dejar a un lado todas sus responsabilidades.
En algunos casos, esta situación de tristeza y de desinterés constante puede afectar muchos planos de su vida, no solamente la parte emocional.
La desidia es una enfermedad que puede afectarnos a todos, a algunos de una forma más grave que a otros, este año, los problemas vinculados con la pandemia de la Covid-19, la crisis económica, el ritmo de vida tan acelerado que vivimos incluye una cierta desmotivación por la vida y por todo lo que antes nos causaba energía y alegría.
Es normal que en algún momento de nuestras vidas sintamos que no tenemos ganas de seguir en algo, pero si esto se repite constantemente y se disemina hasta alcanzar todos los aspectos de nuestra vida laboral, familiar es conveniente que le demos la importancia que se merece y busquemos alternativas que nos ayuden a salir de semejante cuadro.
Al igual que ocurre con la depresión, la desidia es una enfermedad que debe de ser diagnosticada por un especialista; esto no significa que todas las personas que se sientan desganadas la padecen. No obstante, todos aquellos que sufre de desinterés constante con la vida y con todo lo que les rodea, indudablemente padecen algún tipo de trastorno emocional que les lleva a sentir esas emociones. Por lo que es recomendable que estas personas recurran a un especialista que pueda ayudarles a detectar a qué responde ese malestar y ayudarlos a encontrar y recuperar el gusto por la vida.
Para todos los demás, que no tienen un padecimiento patológico, y que es cuestión de carácter, hemos de decir que este es un problema que no se resolverá de inmediato, es algo en lo en lo que se debe trabajar, todos los días. El antídoto es una buena actitud, virtudes como la disciplina, la perseverancia, perder el miedo al fracaso e intentar hacer las cosas aun cuando los resultados no sean exactamente como los esperamos. ¡No hay peor decisión que la que no se toma!.
No hay nada más equivocado de enfrentar un problema que el querer evitarlo siempre, nos debemos enfrentar a las diferentes situaciones que se nos presenten en la vida, con las mejores herramientas a nuestro alcance, con todos esos valores y virtudes que nos han enseñado en el seno familiar, en la escuela y hemos aprendido en la vida, como son: el honor, la dignidad, la lealtad, la prudencia, el coraje, la justicia, la generosidad, la compasión, la misericordia, la gratitud, la humildad, la buena fe, el humor y el amor.
Mr. Carter
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